Intensas tormentas
polares en pequeña escala podrían hacer variar de forma notable las
predicciones climáticas, según una investigación de las universidades de East
Anglia (Reino Unido) y de Massachusetts (Estados Unidos), publicada en
'Nature Geosciences'.
El estudio indica que la
inclusión de tormentas polares que se producen con frecuencia en los mares
polares pero que no están presentes en la mayoría de los modelos climáticos
podrían pintar un cuadro diferente del cambio climático en los próximos años.
Las tormentas polares de
mesoescala o bajas polares son capaces de proporcionar fuerza de huracán a los
vientos que enfrían el océano y provocar cambios en su distribución.
"Estas bajas polares son de menos de 500 km de diámetro y en 24-36 horas,
por lo que son difíciles de predecir, pero hemos demostrado que desempeñan un
papel importante en la conducción a gran escala de la circulación
oceánica", afirma el profesor Ian Renfrew, de la Facultad de Ciencias del
Medio Ambiente de la Universidad de East Anglia.
"Hay cientos de ellas
al año en el Atlántico Norte, y docenas de ellas son fuertes. Crean mucha
tormenta, vientos fuertes y nevadas, particularmente en Noruega, Islandia y
Canadá, y de vez en cuando a través de Gran Bretaña, como en 2003 cuando una descarga
masiva de nieve provocó una interrupción de la M11 durante 24 horas",
añade.
Este experto
explica que en la investigación se ha demostrado que la adición de las
tormentas polares en los modelos generados por ordenador tiene cambios
significativos en la circulación del océano, incluyendo un aumento de calor
hacia el norte en el Océano Atlántico y mayor en los mares subpolares."En la actualidad, los modelos climáticos no tienen
una resolución suficiente para explicar estas bajas polares en pequeña escala",
afirma Renfrew.
"A medida que el hielo
marino del Ártico empieza a retirarse, las bajas polares tienden a migrar más
al norte, lo que podría tener consecuencias para la termohalina o la
circulación del océano hacia el norte, que puede debilitar", matiza
Renfrew.
"Mediante
la simulación de bajas presiones polares, nos encontramos con que la zona del
océano que se vuelve más densa y se hunde cada año aumenta y hace que la
cantidad de calor que se transporta hacia Europa se intensifique", agrega
Alan Condron, de la Universidad de Massachusetts.
Por ello, entiende que el
hecho de que los modelos climáticos no estén simulando estas tormentas es un "verdadero
problema", porque estos modelos predicen incorrectamente la cantidad de
calor que se está moviendo hacia el norte, hacia los polos. "Esto
hará que sea muy difícil predecir con fiabilidad cómo va a cambiar en el futuro
el clima de Europa y América del Norte", concluye Condron.
Fuente: Europa Press
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