Marte, quien además albergó en el pasado una gran cantidad de
agua en estado líquido, en forma de mares y grandes ríos cuyos lechos han sido
ya recorridos y estudiados por toda una batería de instrumentos científicos
humanos. Marte, igual que la Tierra, tuvo una atmósfera, aunque debido a su
menor fuerza gravitatoria (es más pequeño que la Tierra) no logró sujetarla y
terminó siendo el mundo árido y seco que conocemos hoy.
Los investigadores, sin embargo, ven más que probable que
en el pasado se hubieran desarrollado formas de vida en este planeta, que en su
juventud debió parecerse mucho a la Tierra. Y si hubo vida en el pasado, algún
microorganismo podría haber sobrevivido hasta el presente, quizá bajo la
superficie y al abrigo de la letal radiación solar.
Hasta ahora, casi cincuenta naves han viajado ya
hasta Marte para estudiar su composición, dinámica, geología, climatología
y, sobre todo, para buscar signos de esa hipotética vida pasada. En este
sentido, el Curiosity podría haber realizado un avance espectacular.
Lunas
de Saturno y Júpiter
En cuanto a los satélites de Saturno y Júpiter, los
cuatro resultan altamente espectaculares. Y por varias razones.
Titán, la
mayor luna de Saturno, es quizá la mejor candidata. Es el único lugar del
Sistema Solar, excepto la Tierra, en el que hay lagos y mares líquidos, aunque
no son de agua, sino de metano. Cuenta con una densa atmósfera de nitrógeno y
metano y, en más de un sentido, se parece mucho a la Tierra primitiva de hace
tres o cuatro mil millones de años, cuando surgió la vida en ella. Los datos de
la sonda Cassini y de la sonda Huygens, que aterrizó allí en 2005, refuerzan la
idea de que se trata de uno de los mejores candidatos del Sistema Solar para
albergar vida.
Encelado, por
su parte (otro satélite de Saturno) está completamente cubierto por una capa de
hielo que probablemente oculta mares de agua líquida. La sonda Cassini ha
detectado allí carbono, hidrógeno, nitrógeno y oxígeno, elementos
indispensables para que exista el tipo de vida que conocemos. Y todo indica,
además, que esta luna tiene un núcleo incandescente de roca fundida, lo cual
podría aportar el calor necesario para que la vida se desarrolle.
Europa,
pasemos
ahora a Júpiter. Allí está Europa, uno de sus cuatro mayores satélites. Se
trata de una luna activa, con actividad volcánica, lo cual hace posible que,
bajo la capa protectora de hielo y al calor de fumarolas submarinas, la vida
pueda haberse desarrollado allí. Existen planes de la NASA para enviar a Europa un
minisubmarino capaz de perforar la cubierta helada y sumergirse en sus
océanos subterráneos en busca de actividad biológica.
Io,
finalmente, tiene más de 400 volcánes activos, todo un récord en el Sistema
Solar. A pesar de su tamaño, similar al de la Luna, cuenta con un buen puñado
de montañas más altas que el Everest. Pero lo que llama la atención es su
atmósfera, en la que se han detectado gran cantidad de compuestos esenciales
para la vida. Lo que, junto al calor de los volcanes, resulta prometedor.
Más información: ABC
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