Según el informe, las
sequías inciden en la seguridad hidráulica de los árboles, es decir, su
capacidad de proveerse de agua para absorber el dióxido de carbono, proceso
denominado fotosíntesis. Al interrumpirse el suministro de agua, la
respiración del aire se ve afectada y muere, similar a la embolia cerebral en
humanos.
Es por esta razón es que, en
medio de un contexto ambiental agobiado por el cambio climático, no solo
los árboles de zonas áridas disminuyen. Los bosques húmedos también son
víctimas de este fenómeno, y el problema es más grave ya que los árboles que
habitan en estas zonas son menos resistentes a la falta de agua.
Por otro lado, los
investigadores sostienen que el 30% restante de especie de árboles tendrían
capacidades más efectivas para adaptarse a los cambios del clima, evolucionando
lo suficientemente rápido o incluso migrando a otros lugares.
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