Luna Europa |
Los expertos
consideran que Europa es uno de los principales candidatos a albergar vida
extraterrestre en el Sistema Solar.
Esta luna joviana, la menor de sus cuatro satélites principales, está
enteramente cubierta de hielo, pero todo indica que bajo el caparazón congelado
se esconde un mar de agua líquida que cubre toda su extensión y que iguala
el volumen de los océanos terrestres. La teoría de los científicos es que esta
bolsa de agua de escala planetaria se mantiene en estado líquido gracias al
calor generado por las mareas que provoca el enorme tirón gravitatorio de
Júpiter.
Desde el espacio, Europa es
un mundo de fondo blanco sembrado de pecas, grietas y estrías de color rojizo.
La escasa presencia de cráteres de impacto, tan abundantes en otras lunas de
Júpiter como Calixto y Ganímedes, denota una superficie joven,
geológicamente activa. “La cubierta de hielo de Europa, la luna de Júpiter,
está marcada por regiones de hielo quebrado conocidas como terrenos de caos,
que cubren hasta el 40% de la superficie del satélite y que ocurren de forma
más común entre el ecuador y los 40o de latitud”, escriben los investigadores
en el estudio, publicado en la edición digital de la revista Nature Geoscience.
En un comentario que acompaña al estudio, el astrónomo del Wheaton College (EE.
UU.) Jason Goodman describe estos terrenos de caos como lugares en los que “la
superficie se ha deformado, pulverizado y a menudo quebrado en bloques móviles
de hielo, con escalas que comprenden desde unos pocos kilómetros a varios
cientos”.
Algo pasa en el ecuador
Con esta hipótesis en mente,
la autora principal del trabajo, Krista Soderlund, ha aplicado un modelo
matemático a la circulación del océano subglacial de Europa para simular sus
corrientes. Los resultados indican que el patrón de movimiento del agua tiende
a transmitir el calor a la superficie en las regiones ecuatoriales. “Defendemos
que las corrientes oceánicas de Europa son más vigorosas a bajas latitudes, lo
que conduce más calor a la base de la cubierta de hielo cerca del ecuador”,
explica Soderlund. “Es probable que esto promueva la actividad geológica en la
cubierta de hielo, y puede explicar por qué los terrenos de caos son más
prevalentes a latitudes bajas”. Según la investigadora, en estas zonas la base
del hielo tiende a fundirse, reduciendo el grosor del caparazón. “El adelgazamiento
de la cubierta de hielo a baja latitud aumentaría la probabilidad de que la
capa de hielo se derrita, lo que se ha propuesto como un posible origen de los
terrenos de caos”.
Soderlund es consciente de
que son muchas las limitaciones a la hora de disponer de datos reales para las
simulaciones. “Una de las mayores limitaciones es la ausencia de restricciones
procedentes de la observación directa sobre la dinámica del océano de Europa”,
reconoce. “Hemos usado geología superficial para testar nuestras hipótesis
sobre el océano, pero las futuras misiones a Europa nos darán más oportunidades
para ensayar nuestro modelo”. La científica destaca que sus resultados podrían
contrastarse utilizando un radar penetrante.
Los investigadores confían
en obtener nuevos datos para contrastar su modelo gracias a JUICE (JUpiter ICy
moons Explorer), una misión de la Agencia Europea del Espacio (ESA) que
estudiará Júpiter y sus lunas Calixto, Ganímedes y Europa. La sonda, que cuenta
con participación española, sobrevolará Europa dos veces y tomará las primeras
medidas del grosor de la capa de hielo. Sin embargo, será una larga espera, ya
que JUICE no se lanzará hasta 2022 y tardará ocho años en llegar a Júpiter, y
uno más en acercarse a Europa. Soderlund participa en este proyecto a través
del instrumento RIME, siglas en inglés de Radar para la Exploración de Lunas
Heladas.
Se han propuesto misiones
más ambiciosas destinadas a posar una sonda en el hielo de Europa e, incluso,
perforar el caparazón congelado para sumergir en el océano un robot capaz de
buscar signos de vida. Sin embargo, estos proyectos se encuentran de momento en
suspenso debido a su alto coste. “Si esperamos tomar muestras directas del
océano de Europa, atravesar los últimos pocos kilómetros de hielo puede resultar
un desafío mayor que cruzar mil millones de kilómetros de espacio
interplanetario”, apunta Goodman en su comentario.
Sonda Clipper
El equipo de Blankenship
participa en los proyectos que maneja la NASA para posibles misiones a Europa.
El concepto más realista, aún pendiente de aprobación, es Europa Clipper, una
sonda que sobrevolaría la luna de Júpiter para caracterizar su hielo, su agua y
la relación entre ambos, además de su posible habitabilidad. Además, este
aparato ayudaría a seleccionar un emplazamiento adecuado para el aterrizaje de
otra futura misión.
Esta última ha sido el
objeto de un estudio encargado por la NASA a un comité de 22 científicos,
incluyendo a Blankenship y Soderlund, y cuyas conclusiones se publicaron el
pasado agosto en la revista Astrobiology. La propuesta de los científicos de la
Universidad de Texas consiste en equipar las seis patas de la sonda con
sismómetros para estudiar la capa de hielo y confirmar la posible existencia de
lagos embolsados en su interior. La sonda contaría además con un taladro para
perforar los primeros centímetros del hielo y analizar su composición química
en busca de moléculas orgánicas y de los compuestos que dan su color rojizo a
las cicatrices superficiales.
Por último, el grupo de
Blankenship también está construyendo un robot sumergible autónomo en
colaboración con la empresa Stone Aerospace, como prototipo para un criobot que
en un futuro podría explorar el océano de Europa y los lagos embolsados. Los
investigadores planean testarlo bajo una plataforma de hielo de la Antártida en
2015. “Pienso que hay muy buenas posibilidades de que vivamos para ver una
misión a Europa”, confía Soderlund. Fuente: ABC
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