En una reconstrucción de las
temperaturas del Océano Pacífico, investigadores del Instituto de la Tierra en
la Universidad de Columbia, en Nueva York, Estados Unidos, han encontrado que su profundidad media se ha calentado 15 veces más rápido
en los últimos
60 años de lo que lo hizo durante los ciclos de calentamiento
naturales en los últimos 10.000 años.
"Estamos poniendo todo
este calor en el océano sin saber muy bien cómo va a volver a salir y afectar
al clima", alertó Braddock Linsley, científico del clima en el
Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia y
coautor del estudio, publicado en 'Science'. "No es tanto la magnitud del
cambio, sino la tasa de cambio", agregó.
En su último informe,
publicado en septiembre, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático (IPCC) señaló la reciente desaceleración en el ritmo del
calentamiento global. Mientras que las temperaturas globales aumentaron cerca
de un quinto de un grado Fahrenheit por década desde los años 1950 a 1990, el
calentamiento se redujo a sólo la mitad de esa tasa después del año récord de
calor de 1998.
El IPCC ha atribuido la
pausa a las fluctuaciones climáticas naturales causadas por las erupciones
volcánicas, los cambios en la intensidad solar y el movimiento de calor a
través del océano. Muchos científicos señalan que 1998 fue un año
excepcionalmente caliente, incluso para los estándares modernos, por lo que
usar cualquier aumento medio como punto de partida sería restar importancia a largo
plazo a la tendencia del calentamiento.
Los científicos del IPCC
están de acuerdo en que gran parte del calor proviene de los humanos desde los
años 1970, a través de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin
embargo, los hallazgos de la ciencia ponen esta idea en un contexto de largo
plazo y sugieren que los océanos pueden estar almacenando más efectos de las
emisiones humanas de lo que los científicos han detectado hasta ahora.
"Es posible que hayamos
subestimado la eficiencia de los océanos como un almacén de calor y
energía", advirtió el autor principal del estudio, Yair Rosenthal,
climatólogo de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, Estados Unidos.
El calor del océano se mide
típicamente por boyas dispersas en todo el océano y con instrumentos desde los
barcos, con registros fiables en algunos lugares que se remontan a la década de
1960. Para buscar más atrás en el tiempo, los científicos han desarrollado
formas de analizar la composición química de la antigua vida marina para
reconstruir los climas en los que vivían.
En una expedición a
Indonesia en 2003, los científicos recogieron núcleos de sedimento de los mares
donde el agua fluye desde el Pacífico hasta el Océano Índico. Mediante la
medición de los niveles de magnesio y calcio en las conchas de 'Hyalinea
balthica', un organismo unicelular enterrado en los sedimentos, los científicos
estimaron la temperatura de las aguas de profundidad media, donde vive 'H.
Balthica', entre alrededor de 1.500 a 3.000 pies de profundidad (casi entre 500
y mil metros).
ENFRIAMIENTO
Aunque el clima de los
últimos 10.000 años ha sido relativamente estable, los investigadores
encontraron que las profundidades intermedias del Pacífico por lo general han
estado frías durante ese tiempo, aunque con altibajos. Desde hace cerca de
7.000 años hasta el comienzo del Período Cálido Medieval en el norte de Europa,
en el 1.100, el agua se fue enfriando poco a poco, casi 1 grado C.
El enfriamentio siguió
bajando durante la llamada Pequeña Edad de hielo un 1 grado C, hasta alrededor
del 1.600. Los autores atribuyen el enfriamiento desde hace 7.000 años hasta el
Período Cálido Medieval a los cambios en la orientación de la Tierra hacia el
Sol, que afectaron a la cantidad de luz del sol que cayó sobre ambos polos.
En el año 1.600 más o menos,
las temperaturas comenzaron a ir poco a poco en aumento y, luego, durante los
últimos 60 años, las temperaturas de columna de agua, en promedio desde la
superficie hasta los 2.200 pies (670 metros), subieron 0,18 grados C.
"Puede parecer pequeña, pero es una tasa de calentamiento 15 veces más
rápida que en cualquier otro periodo de los últimos 10.000 años", dijo
Linsley.
Una explicación de la
reciente desaceleración del calentamiento global es un alargamiento de La Niña,
un enfriamiento de las aguas superficiales del Pacífico oriental que ha
contribuido a compensar el aumento global de las temperaturas de los gases de
invernadero.
En un estudio publicado en
agosto en la revista 'Nature', los modeladores del clima en la Instituto
Oceanográfica Scripps, en La Jolla, California, Estados Unidos, mostraron que
el enfriamiento de La Niña en el Pacífico parecía suprimir las temperaturas medias
globales durante el invierno del Hemisferio Norte, pero permite que las
temperaturas suban durante el verano, lo que explica el récord del año pasado
de la ola de calor en Estados Unidos y la pérdida permanente de hielo marino
del Ártico.
TEMPERATURAS PODRÍAN DISPARARSE
Cuando el
ciclo de La Niña cambie y el Pacífico revierta a una fase más cálida habitual
con El Niño, las temperaturas globales podrían dispararse de nuevo, junto con
la tasa de calentamiento. "Con el calentamiento global no se ve un
calentamiento gradual de un año a otro --argumentó Kevin Trenberth, científico
del clima en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica en Boulder,
Colorado (Estados Unidos), que no participó en la investigación--. Es más como
una escalera".
La perspectiva a largo plazo
del estudio sugiere que la reciente pausa en el calentamiento global sólo puede
reflejar variaciones aleatorias de calor que van entre la atmósfera y el
océano, con poca importancia a largo plazo, según Drew Shindell, climatólogo en
el Instituto de la Tierra de Columbia y el Instituto Goddard de Estudios
Espaciales y autor principal del último informe del IPCC.
"La temperatura de la
superficie es sólo un indicador del cambio climático -matizó Shindell--. La
energía total almacenada por el sistema climático o varios indicadores, como
derretimiento de los glaciares, el vapor de agua en la atmósfera, la capa de
nieve, y así sucesivamente, puede ser más útil que mirar sólo la temperatura de
la superficie". Fuente: Europa Press
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