La reunión del Panel
Intergubernamental sobre Cambio Climático en Japón recibe evidencias de que
éste afecta desde ya a diversas poblaciones del mundo.
Toemon Sano pone cara de
preocupación. El japonés de 86 años cubre cuidadosamente con su mano una
delicada flor de cerezo. “El cambio climático hace que los árboles florezcan
cada vez más temprano. Su color es más apagado y ya no tienen más energía”,
lamenta este jardinero.
Desde hace generaciones, su
familia se ocupa en la antigua ciudad imperial de Kioto de cuidar las flores de
los cerezos. Pero el más importante y famoso símbolo de la cultura japonesa
está amenazado. “Si el cambio climático continúa así, la supervivencia del
cerezo está amenazada en algunas regiones”, sostiene Sano y advierte de las
consecuencias que esto tendrá para la vida y la cultura de los japoneses, así
como para la agricultura y el turismo. ¿Japón sin las flores del cerezo?
Pero el escenario es peor…
Pero lo que el hombre
lamenta en un acto de la fundación ambientalista WWF en Yokohama a través de un vídeo palidece tanto como las flores de los cerezos ante aquello que cientos de investigadores y representantes de gobiernos de todo el mundo debaten al mismo
tiempo a pocos metros en la sesión del Panel Intergubernamental sobre Cambio
Climático (IPCC).
Y es que la segunda parte de
su informe sobre el clima, cuya versión breve los delegados quieren presentar
el lunes 31 de marzo, trata de consecuencias del cambio climático de una
dimensión muchísimo peor: inundaciones frecuentes, períodos de sequía,
glaciares que se derriten y océanos más cálidos y más ácidos amenazan con
generar graves problemas sociales, ecológicos y económicos.
Las consecuencias para la
naturaleza son previsibles ya ahora. Así, organismos marinos migran cada vez
más en dirección a los polos. “Buscan las temperaturas que prefieren”, dijo
Hans-Otto Pörtner del Instituto Alfred Wegener (AWI) en Bremerhacen a la
agencia Dpa. En el caso de algunos organismos, ya hay desplazamientos de varios
cientos de kilómetros.
Así, el bacalao migra cada
vez más del sur del Mar del Norte al Atlántico Norte. En el Mar del Norte, a su
vez, se ven cada vez más sardinas o salmonetes de roca oriundos de más al sur,
explica el investigador, uno de los autores principales del informe del IPCC. Y
esto afecta no sólo a los grandes barcos de arrastre de la industria pesquera,
que después de todo pueden perseguir a los cardúmenes, sino sobre todo a los
pequeños pescadores de África, “dado que se van los peces de las zonas
tropicales pero no llegan otros”, explica. “La población africana tiene menos
peces”.
Un desastre tras otro
También unos cientos de
kilómetros al norte de donde sesiona el IPCC se pueden observar las
consecuencias del calentamiento global. Allí, en las montañas de Shirakami,
patrimonio de la UNESCO, se encuentran unos enormes bosques vírgenes, que
sirvieron de inspiración a la famosa película de dibujos animados “La princesa
Mononoke”. También estos bosques están en peligro, dice Mitsuharu Kudo.
Enjambres de insectos atacan cada vez más los frutos de estos árboles en parte
milenarios, lamenta el japonés, que conoce los bosques como nadie por su tarea
de cazador de osos desde hace décadas.
Los árboles se debilitan
crecientemente y los animales pierden una fuente de alimentación. Si el cambio
climático continúa sin freno, en el 2100 el 80 por ciento de estos bosques
podría haber desaparecido. Pero mientras investigadores y representantes de
gobiernos discuten en Yokohama sobre las consecuencias del cambio climático y
las posibles de opciones de ajuste, el país anfitrión, Japón, sigue emitiendo
cada vez más dióxido de carbono por la combustión de gas, petróleo y carbón.
Debido a la desconexión de
las centrales atómicas en Japón como consecuencia de la catástrofe de Fukushima
hace tres años, la empresa japonesa de electricidad anunció durante la sesión
del IPCC la construcción de nuevas centrales térmicas carboneras. “Estamos ante
un punto de giro”, advirtió Kaisa Kosonen de Greenpeace Internacional. El mensaje
clave del nuevo informe sobre el clima es que la humanidad tiene elección.
“¿Seguiremos pasando de un desastre al otro o tomaremos el control de nuestro
futuro?”.
Ya ahora el cambio climático
tiene consecuencias devastadoras sobre naciones enteras, destruye vidas y
genera costos multimillonarios. “El cambio climático podría hacer retroceder la
lucha contra el hambre en décadas”, advirtió también la organización no
gubernamental Oxfam al margen de los debates en Yokohama.
“Los árboles no pueden elegir
dónde crecer”, dice Toemon Sano y mira con preocupación a sus cerezos
prematuramente florecidos también este año. Para garantizar su supervivencia,
plantó esquejes de especies de todo Japón en su propio jardín. “Pero proteger
sólo los árboles que tenemos delante de las narices no tiene sentido”, dice el
japonés y añade: “¿No deberíamos cambiar nuestra forma de vida, nuestro consumo
inconsciente y nuestro estilo de vida de usar y tirar?”. Fuente: Deutsche Welle