El 21
de diciembre, fecha extraída de las profecías mayas, nos indica una
marca en el transcurrir del tiempo en la que debemos reflexionar profundamente.
Hemos acabado un ciclo; a partir de ahora el hombre cosechará los frutos que
sembró. Pero esto no será de manera instantánea, como mucha gente quisiera. Si
hemos generado sufrimiento a nuestro prójimo, ese mismo sufrimiento lo
tendremos que vivir en carne propia, en la misma intensidad y por todo el
tiempo que lo hemos procurado. Se está iniciando una época larga y dolorosa de la cual
no podremos escapar si es que continuamos con nuestros malos hábitos. Sin embargo si tenemos la voluntad de hacer un cambio, una transformación interna para mejorar nuestro nivel moral, nuestro nivel del ser, por supuesto que habrá salidas: Eliminada la causa de
nuestro sufrimiento, se elimina el efecto, salvo que tal efecto esté en su
parte final.
Lo que queremos aclarar es
que el 21 de diciembre del 2012 podemos entenderlo
como el inicio del fin y no el día final para la mayor parte de la humanidad.
Digo la mayor parte de la
humanidad, porque si pidiéramos su opinión a algún sobreviviente del maremoto
de la isla de Fukushima acaecido en el año pasado, este nos respondería que para
él, el fin del mundo empezó el año pasado.
El agente que permite que el
final de esta humanidad se cristalice físicamente, es nada menos que Hercólubus o Planeta Rojo, tal como es
denominado por V.M. Rabolú en su ya famoso libro.
Hercólubus se irá acercando
poco a poco, generando una serie de catástrofes que se irán intensificando cada
día que pase. Como cuerpo celeste, este tiene una
órbita y no puede haber saltos en su recorrido. El final de nuestros
tiempos se dará de manera gradual, se irá incrementando poco a poco hasta la
desaparición completa de esta caduca humanidad.
En los últimos tiempos los
avistamientos de los llamado OVNIS o naves interplanetarias se ha vuelto muy
común. Diariamente se reportan gran cantidad de estos por todo el
planeta.
Las grandes civilizaciones
extraterrestres, tienen un papel muy
importante que jugar en los momentos del fin. Ellas están prestas para evacuar
a todo ser humano que haya podido liberarse de sus vicios, de sus defectos
psicológicos, de esos elementos egoícos que caracterizan a la mayor parte de
nuestra humanidad.
Debemos comprender que por
más buena voluntad que tengan los seres extraterrestres, ellos jamás van a
rescatar a un delincuente, a un violador, a un degenerado sexual, a un asesino,
a un drogadicto, etc. Ellos jamás llevarán a sus ciudades a alguien que les
puede hacer daño o que puede poner en peligro a su civilización. No hay selección
de los evacuados sino autoselección. Es nuestro libre albedrío el que nos permitirá
decidir si somos candidatos a sucumbir con nuestro planeta o a ser rescatados.
Esto no tiene nada que ver con nuestra posición económica, nuestra educación, religión,
creencia, grupo, secta, raza, nación, etc. Esto tiene que ver con nuestro nivel
moral.
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