Las superbacterias se han propagado en los últimos tres
años por España y Europa, sobre todo aquellas conocidas -en el mundo medicinal-
como enterobacterias, que son resistentes a los antibióticos de última
generación (llamados carbepenemos), por lo que su tratamiento hospitalario
requiere de mayor inversión. Un informe del Centro Europeo para la
Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) revela que en el ámbito
nacional se ha pasado de "brotes esporádicos" a una "difusión
regional".
En el informe, elaborado a
partir de datos proporcionados por expertos de 39 países, se afirma: "la
situación epidemiológica (en Europa) se ha deteriorado". En 2010 se realizó
una evaluación similar en la que solo participaron 31 naciones, de estas "17
pasaron (en 2013) a una etapa superior", según el documento.
Rafael Cantón Moreno, experto español que participó en la
evaluación, aseguró que en España se detectaron alrededor de 800 casos
diseminados en todas las comunidades autónomas, por lo que no existe "una
con más brotes que otra".
En Europa las superbacterias generan unas 25.000
muertes al año y unos costes sanitarios adicionales de 1.500 millones de
euros. Además, estos microorganismos son las causantes de unas 400.000
infecciones anuales.
Las infecciones que producen son
fundamentalmente respiratorias, ya que están más asociadas a los pacientes que
requieren de cuidados intensivos. También se encuentran en infecciones
urinarias e intrabdominales (personas que han sufrido cirugías). Así como las
que invaden la sangre, llamadas bacteriemias.
Una vez que se detecta un
brote al paciente se le ingresa en una habitación individual, se hace un mayor
control de las medidas de contacto, y clínicamente se cambia la forma de
aplicar los antibióticos porque estos han perdido su utilidad. "Los utilizamos
con dosis más altas, o bien con esquemas de tratamiento distintos, acortando
los tiempos entre las dosis o con asociaciones de microbianos", afirmó
Cantón, quien añadió: "Al necesitar un tratamiento especial pasan más
tiempo ingresados y tienen más demandas de recursos sanitarios".
"Hay una correlación, a mayor uso de
antibiótico, mayor la resistencia de las bacterias", afirmó Cantón, que es
jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y
Cajal en Madrid.
España está entre los primeros diez países de Europa en
consumo de antibióticos. Datos del Ministerio de Sanidad muestran que
diariamente 20 personas, de cada 1.000, toman antibióticos fuera del sistema
hospitalario. Los más consumidos son las penicilinas, seguidos por las
quinolonas, macrólidos y cefalosporinas.
Para Cantón los médicos deben trabajar con los
microbiólogos para "conocer mejor" los antibióticos y recetarlos
cuándo sean necesarios, en la dosis correcta y el tiempo mínimo posible, aunque
aclaró: "No quiere decir que los antibióticos se están usando mal, sino que
se puede mejorar su utilización".
España está entre los
primeros diez países de Europa en consumo de antimicrobianos. Las
superbacterias se adquieren únicamente en los hospitales por el contacto entre
los pacientes, o entre estos y los miembros del equipo sanitario o los
utensilios. Los más propensos son aquellos que previamente han recibido un
tratamiento con antibióticos o que tienen el sistema inmune debilitado porque
están en terapias inmunosupresoras.
En la batalla contra las superbacterias una de las
desventajas de los equipos médicos es que se ha detenido la innovación de
antibióticos. "Hasta ahora la comunidad científica estaba tranquila,
decía: 'Hay una resistencia pero hay un antimicrobiano que evita esa
defensa", comentó Cantón, para quien "ahora" el proceso de
invención es cada vez más complicado, largo y costoso, por lo que las compañías
farmacéuticas "es muy poco probable" que retomen la inversión en ese
campo.
Las superbacterias más
comunes son las Klebsiella pneumoniae y Escherichia coli (causa
común de infecciones urinarias y respiratorias). En el pasado las más populares
fueron la Estafilococo áureo (resistente a la meticilina, la llamada MRSA) o la
llamada Visa (Estafilococo áureo) inmune a la vancomicina, que en
1999 era el antibiótico más fuerte con que constaban los médicos. Fuente: El País
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