Con ello incrementan los
efectos adversos sobre los ecosistemas y la salud humana, sobre todo
en aspectos cardiovasculares
El aumento de la temperatura
como consecuencia del calentamiento global incrementa las emisiones
de amoníaco a la atmósfera y con ello los efectos adversos sobre los ecosistemas y
la salud humana, por lo que los científicos piden más esfuerzos para controlar
las emisiones de ese gas. Esta es una de las
conclusiones que se apuntan en un artículo de investigadores de diversos
países que ha publicado la revista “Philosophical transactions of the Royal
Society B.”, ha explicado Celia Milford, del Centro de Investigación
Atmosférica de Izaña (Aemet), en Tenerife.
El amoníaco (NH3) es un gas
que se encuentra de forma natural en la atmósfera y que también es emitido
por las actividades agrícolas, sobre todo la ganadería y los fertilizantes, así
como por la quema de biomasa.
El aumento de
amoníaco preocupa porque contribuye a la acidificación y al exceso de
fertilización de los ecosistemas, tantos terrestres como marinos, y
desempeña una función importante en la formación de partículas finas (PM2.5).
Las partículas
finas son objeto de preocupación para los científicos debido a que afectan a la
salud, sobre todo en aspectos cardiovasculares.
A diferencia de lo que
sucede con otros contaminantes, hay pocas reducciones previstas para
las emisiones de amoníaco, e incluso se prevé un aumento de las emisiones.
Celia Milford explicó que la
mayoría de estas emisiones de amoníaco son muy sensibles a la temperatura
y a la disponibilidad de agua, por lo que el incremento de la temperatura, como
consecuencia del calentamiento global, provoca un aumento de las emisiones de
amoníaco. Fuente: El Comercio
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